La alfarería es reconocida como una de las más hermosas y mejor trabajadas a nivel mundial.
Y este no es un secreto pues se sabe de muy buena fuente que los trabajos de alfarería se remontan a antes de la conquista de México.
Lo cual da una idea de que los trabajadores de estas artesanías han tenido el tiempo suficiente como para ir imaginando todo un mundo de forma y color.
Esa alfarería, aunque rudimentaria, apareció en América juntamente con el fuego y las primeras labores agrícolas, en la edad cavernaria o de Chicomostoc, - siete cuevas-.
Y se consolidó en la época Telli (terraplén), en que aparecieron las primeras construcciones arquitectónicas.
Para el siglo XVI, cuando la alfarería mexicana indígena fue conocida por Europa, ya estaba en su más alto desarrollo.
Cortés dijo de la gran variedad de loza que se vendía en el mercado azteca de Tenochtitlán:
Vendían mucha loza, en gran manera, muy buena; venden muchas vasijas de tinajas grandes y pequeñas, jarros, ollas, lebrillos.
Otras infinitas maneras de vasijas, todas de singular barro, todas, o las más, vidriadas o pintadas.