Este callejón lleva el nombre del Indio Triste, en relación a una leyenda del siglo XVI.
Era el año de 1548. Veinte meses hacía que estas tierras estaban bajo el dominio español.
El Señor y Caudillo, el valiente Tlácuitl, se encontraba moribundo en su prisión, su hija, la hermosa Xúchitl lo acompañaba.
Haciendo un penoso esfuerzo, el moribundo, le hizo una seña de que se acercara hasta su lecho y tomando la mano desamparada de Xúchitl la unió con la del señor de Panuco llamado Xúchit.
Pero la verdad era que Xúchitl se había enamorado del Capitán D. Gonzalo de Tolosa.
Un día supo Xólotl que su adorada Xúchitl se casaba con el Capitán después de abjurar su religión y recibir el bautismo con el nombre de María Isabel.
Desde entonces, entre las ruinas de un templo que había por el antiguo reino de Tlacuitlapán, se veía un indio triste y demacrado.
Un día no se le vio más a Xólotl, lo buscaron y lo encontraron muerto, entre sus dedos encontraron una flor, símbolo de su amor por Xúchitl (que significa “flor”).