Al recorrer el camino por el que llegamos a la comunidad encontramos entre la vegetación, la visión de un semicírculo rojizo inevitable de notar, al arribar al poblado nos damos cuenta que es la cúpula del templo que se levanta sobre el paisaje natural.

El templo data de 1889 construido como parte del complejo hacendario que fue San Juan y como parte del centro de poder que representó la casa grande, el molino y el templo al centro del asentamiento.

El exterior luce el color blanco de sus torres y su fachada con tintes ennegrecidos por la humedad que caracteriza la zona, en el interior todo es diferente.

La bóveda de la nave muestra los ladrillos con los que fue construida, según cuentan los pobladores, en algún momento de su existencia uno de los párrocos ordenó que se removiera el enjarre de la bóveda y las paredes.

Una nave en forma de cruz latina constituye el cuerpo del templo, al fondo el altar principal se alza con una pintura de la Virgen del Refugio posiblemente del siglo XVIII.

Los detalles en el tallado de la piedra son parte fundamental al contar la historia y el auge de los templos y haciendas, en San Juan Capistrano, no es diferente.

La cúpula y sus seis lados nos dejan ver el diseño aún visible de un decorado lleno de color y sencillez, en el exterior ya sabemos que nos espera la visión rojiza que podemos apreciar desde la llegada.

Las fiestas de la Virgen se celebran el 4 de Julio, sin importar que la población es pequeña, los festejos empiezan con el novenario y concluyen con un día de fervor religioso y convivencia familiar.

En la nave principal el coro, los púlpitos laterales, el tallado de las pilastras y la pila bautismal hecha de piedra en su totalidad, conforman una pieza llena de historia.

La hacienda de san Juan Capistrano se fundó en el año de 1732, siendo su primer causante don Fernando de la Campa y Cos, así se pueden ver las disposiciones reales españolas.

A raíz de la merced que hiciera el rey a través del virrey del marqués de casa fuerte al conde de San Mateo, al señalar la necesidad de poblar los terrenos que al lado de Huejuquilla se encontraban que comprendían 56 sitios de ganado mayor.

El casco de la hacienda tiene característica diferente a las demás haciendas ya que comparte el espacio de viviendas con el de la producción.

El molino se alimenta a partir de la presa construida que abastece de agua junto con el pozo excavado y con la construcción de acequias y canales, también forman parte del mayorazgo de San Mateo.

Con motivo de haber terminado las medidas del de Huejuquilla el Alto Jalisco, el capitán Don Tomás de Valderrama, informó al Marqués de casa Fuerte, que se encuentran los terrenos que deberán ser poblados y deben ser entregados al conde de San Mateo del valle de Valparaíso.

Con esta consulta se prueba que los pueblos de San Nicolás de Acuña, San Cristóbal de la Navidad, Santo Domingo de Tenzompa y la nación huichola, no han tenido otro colindante que la antigua hacienda de San Antonio de Padua.

Con la variante de establecimiento, San Juan Capistrano estuvo en 3 lugares distintos, seguramente por los ataques de que eran objeto los conquistadores europeos por las etnias rebeldes del sometimiento.

Se ubicó en la Maroma al pie del rio Atengo, cerca hay un manantial de aguas termales de santa Isabel, el Chilarillo donde existe finca de fundir metales y las Moras donde existe una cantera labrada que dice 1742.

La piedra labrada encontrada en las Moras es prueba inequívoca de su construcción en esa fecha; pero lo más notable es que está una loma una casa tapada con tierra y piedra. La otra placa que conocemos tiene la fecha en que fue iniciado el templo, 22 de junio de 1889.

Tiempo después fue propietario de esta hacienda, la familia Martínez de Murguía, y para 1845 era propietario de estas dos haciendas (San Antonio de Padua y San Juan Capistrano) Don Benito del Hoyo y Doña Gregoria de Landa y Rodayega.

En 1852, la hacienda de San Juan Capistrano junto con la hacienda de San Antonio de Padua fueron azotadas por la tribus barbarás del norte: los apaches.

Las tierras en si son escabrosas y de poco aprovechamiento agrícola, la mayor parte de su explotación fue el ganado menor, especialmente de cabras.

Por su temperatura y baja altura sobre el nivel del mar, se pudo explotar la caña de azúcar, donde se construyó toda una infraestructura para su producción.

La tecnología que se utilizó fue traída de Europa para la producción de caña de azúcar, piloncillo y melcocha entre otras.

Tan grande era la producción y la capacidad productiva que desde San Antonio de Padua y Ameca llevaban caña para procesarla.

Cerca del año 1976, para aprovechar la finca de esta hacienda en un intento por crear fuentes de empleo, se instaló una fábrica de guantes de piel, cuyas maquinas aun existen en el interior sin uso alguno.

Esta finca también albergó hasta el año 2009, las instalaciones de la primer Escuela preparatoria de la región.