Galería de imágienes

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La historia de la hacienda de Víboras se remonta a varios siglos atrás. No sólo en su construcción.
Sino también en la historia de las personas a las que perteneció.
Hacía 1882 se sabe que es adquirida por la familia del Hoyo y Landa.
Quienes eran dueños ya de amplios territorios en Valparaíso y ahora en Tepetongo.
El 20 de marzo de 1882 Don Juan Francisco del Hoyo y Villaelrriego compra.
A Doña María Gertrudis de la Encina la mencionada hacienda de Víboras
Es así como la Familia del Hoyo y Landa se muda a la nueva propiedad y la mantienen en su poder hasta su desmantelarían por las luchas revolucionarias de 1910.
En 1845 la hacienda de Víboras tenía sus límites al poniente con Santa Inés de la Troje y la hacienda de El Cuidado.
En el poniente con el Rancho de los muertos, Achimec y Alquestan.
Al norte con terrenos de Tepetongo y por el sur con territorio de Lo de Nava.
En 1854 José Benito del Hoyo y Landa, fue asesinado por “apaches” o \"bárbaros” en una de sus haciendas.
Esto no impidió que la familia siguiera produciendo y teniendo las haciendas más fuertes de la región.
Junto a la hacienda podemos encontrar el Templo el cual se encuentra en funciones para el culto católico de esta población.
La riqueza de la que disfrutaron los dueños de la hacienda se ve reflejada en la majestuosidad del templo.
Desde que nos acercamos a la comunidad es posible ver la construcción que se levanta sobre el paisaje verde.
La cúpula en blanco y las dos torres que la coronan, hacen juego a la perfección con la fachada llena de esplendor.
El interior está lleno de luz, el color blanco sumado a la luz que se cuela por la cúpula crean un ambiente y una vista celestial.
El altar principal está dedicado al señor del consuelo, los retablos decorados en oro y blanco sostienen las imágenes de los santos.
La nave principal es rematada con una cúpula circular que permite el paso de la luz que baña los altares laterales y el resto del interior.
El coro, el púlpito lateral y todos los detalles del techo y las paredes dejan claro el empeño que se puso en su construcción.