Al cancelarse las Cajas Reales con el nacimiento de la primera República (1822), la construcción se convirtió en un elegante casino, restaurante y terminal de diligencias; para que el 10 de mayo de 1911, fuera dinamitado y quemado por las fuerzas revolucionarias del coronel Luis Moya. Posteriormente fue reconstruido, y en la actualidad, funciona como hotel y centro comercial.