Junto a la casa encontramos el templo, mismo que sigue dando servicio a la comunidad. La advocación natural fue al Sagrado Corazón, tradición que se extendió hacia algunas de sus estancias.

El templo es sencillo, una bóveda alta decorada en el interior sólo en la parte del altar, una torre para el campanario y una pequeña explanada de construcción reciente.

La Hacienda de Tetillas se inserta en esta variante de centros productivos que se construyeron a partir de las necesidades de los grandes centros mineros, incluso de los grandes complejos agrícolas y ganaderos.

Lo que queda de la casa grande y el templo se encuentra localizado sobre la carretera que lleva de Fresnillo a Río Grande, después de la desviación unos 10 o 15 minutos nos dejan en el lugar.

El nombre que recibe se debe a los cerros que se encuentran muy cerca de ahí. Actualmente la comunidad sigue siendo habitada, sufriendo los estragos de la migración.

Al final de su existencia llego a ocupar partes de lo que ahora pertenece a los municipios de Cañitas y Fresnillo.

El giro de la hacienda fue agrícola-ganadero la producción de granos de y de ganado para consumo fueron las constantes de la vida productiva.

En el interior del patio encontramos una piedra con la fecha 1827 y un pequeño que dice “se re edificó”, un siglo después la hacienda estaría ya fraccionada y su territorio convertido en ejidos.

Las haciendas que quedaron en medio de las zonas de alta producción minera e incluso ganadera, cumplieron un rol fundamental en la manutención de los señoríos y las poblaciones, en la medida de lo posible comercializaban hacía otras zonas del país, sin embargo su función primordial era abastecer lo que ahora es el estado.

Resulta impresionante ver en pie construcciones con casi dos siglos de historias, conjuntos que han sabido sobrevivir revoluciones y abandono.