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La huella Franciscana se hace presente, el convento de la Purísima Concepción de Sierra de Pinos.
Tres religiosos que administran a los pocos indios que había en el pueblo que llamaban de Tlaxcala y a los indios que estaban dispersos en las estancias, vaquerías y labores de toda la jurisdicción.
Dentro del templo existen varias pilas de agua bendita, donde los devotos católicos por siglos han empapado sus dedos y se han santiguado en un acto de fe católica.
Sus grandes altares, son dignos de ser admirados por los visitantes a este templo, en el cual se puede apreciar imagenes de gran valor artístico.
El Convento de San Francisco de Pinos, fue levantado como los demás de la región huachichil, para civilizar en lo cristiano a los chichimecas habitantes de esta región, hacia el año de 1594.
El Templo Franciscano se construyó en el primitivo estilo mexicano de los franciscanos del siglo XVI, una sola nave, sin crucero ni cúpula
Al interior el retablo cubierto de oro que forma el altar principal es la pieza más bella del templo, imágenes y grabados dan forma y delicadeza.
Un detalle que se puede encontrar en este templo es un escrito que indica el inicio de la pinturas fue realizado y a parece borroso el texto y termina diciendo Pinos Zac.
Sus puertas de madera presentan ya el deteriodo de decadas de permitir el acceso a los feligreses que acuden diariamente al templo y que han resguardado por mucho tiempo a este patrimonio cultural.
La riqueza en el labrado de los retablos resalta y armoniza con el diseño del templo, la madera finamente labrada y cubierta por laminas de oro ha permitido su preservación por mucho tiempo.
La decoración de los techos y las paredes nos remiten a ese pasado colonial que se llenaba de color sobrio y elegante.