Esta hacienda está ubicada a 2,150 m. sobre el nivel del mar, al pie de un cerro muy alargado hacia el norte, en la actual comunidad denominada La Trinidad Norte.

Casi en el crucero donde se topa la carretera de la ciudad de Pinos con la carretera federal que comunica San Luis Potosí con Zacatecas, o sea, a 38 kilómetros hacia el nornordeste de la ciudad de Pinos.

Por hallarse en una de las partes más secas de la jurisdicción, siempre fue de poca actividad agrícola y ganadera, pero de mucha producción de mezcal, planta que hasta el día de hoy domina el paisaje.

La fábrica de destilación, llamada San Diego, se hallaba un poco apartada de los edificios principales de la hacienda.

Entre 1650 y el fin de la época colonial, la hacienda nunca fue vendida, sino que por todo este tiempo se quedó en manos de la familia Gordoa Loaiza.

El caso de esta hacienda sobresale por su localización en la falda de un cerro y por la magnitud tan vasta en sus dimensiones.

Es de una arquitectura diferente a las demás haciendas del siglo XVII, encontrada en la región, porque fue construida con piedra de un color que iba del gris al negro, y con la que se carabinó el ladrillo, produciendo un contraste en sus tonalidades.

El templo se encuentra dentro de lo que fue la casa grande, al cruzar el zaguán y llegar al patio, encontraremos la entrada a la capilla de la hacienda.

Está dedicada a la Santísima Trinidad, es una capilla pequeña que alberga a la población que aún habita lo que durante siglos fue uno de los complejos productivos más importantes.