La primera representación de la que se tiene conocimiento en Guadalupe, se da a principios del siglo XX.
Aunque de reciente aparición (en comparación con las morismas de Bracho o Pánuco) las morismas de Guadalupe representan una de las tradiciones y representaciones más importantes del estado.
Existen dos representaciones al año, la primera el 24 de junio (celebración de San Juan).
Y las segundas el 5 de octubre, día que se venera a la Virgen del Rosario.
La escenificación de la lucha entre moros y cristianos es llevada a la vida por familias que año con año (desde hace ya un siglo) montan y viven las morismas.
Con la misma pasión y fervor religioso con el que se han venido haciendo siglo tras siglo.
Las morismas son para los habitantes de la ciudad una de las tradiciones más conocidas, esperadas y favorecidas.
Parte de su popularidad radica en el hecho de que son hechas por y para habitantes de Guadalupe, que sin ningún otro fin, mantienen viva la tradición.