Niño de las palomitas
El resultado no se hizo esperar, sanó la señora. Para ella y para su familia aquello no fue otra cosa que un verdadero milagro. Éste fue uno de los primeros signos, que el Niño de las Palomitas realizara en las tierras coloradas que, crónicamente sedientas, habían debido su pigmento en el altar de los mártires zacatecanos. Saboreado el milagro, Doña Catalina se apresuró a mandar hacer una imagen del Niño, en base a la medalla, para rendirle culto en el oratorio de la Virgen de Fátima.