7/CULTURALES/EX HACIENDAS/EX HACIENDA DE TACOALECHE . : - : . 3 páginas; usa las flechas
Tacoaleche en un principio fue una estancia que formaba parte de la Hacienda de Trancoso, la cual pertenecía a Don Antonio García Salinas, que en 1826 la había comprado al Coronel de la Caballería de la Milicia Cívica José María Elías Beltrán.
Don Antonio García Salinas fue hermano del gobernador del estado de Zacatecas, Francisco García Salinas, Tata Pachito.
Don Antonio casó con Doña María Loreto Beltrán y entre los descendientes que tuvieron figuran sus hijos Don Jesús García Elías, Don José María García Elías y Don Joaquín García Elías, estos eran dueños de la Hacienda de Trancoso para el año de 1857.
Don Antonio casó con Doña María Loreto Beltrán y entre los descendientes que tuvieron figuran sus hijos Don Jesús García Elías, Don José María García Elías y Don Joaquín García Elías, estos eran dueños de la Hacienda de Trancoso para el año de 1857.
Posteriormente en 1890 se separó de la hacienda de Trancoso, conformándose de esta manera la nueva Hacienda de Tacoaleche.
Siendo de las últimas haciendas que se constituyeran en el estado de Zacatecas.
Don Antonio García, persona de baja estatura, servicial, querido por los habitantes de la hacienda.
Tenía la costumbre, que cada fin de año repartía cobijas, mantas, rebozos, sombreros, vaqueta para huaraches, correas y zapatos para sus más allegados.
Don Antonio García se dedicaba a la agricultura, ganadería, comercio y como prestamista.
Con la nueva hacienda de Tacoaleche, el dueño Don Antonio García García Rojas mandó construir su vivienda, la que ahora conocemos como “La Casa Grande”.
Es una finca con 2500 metros cuadrados, la construcción es de adobe con cimientos de piedra en arcos ciegos, 100 puertas de madera.
Con dos niveles, una terraza en el segundo nivel al frente, una atalaya de diez metros de altura y un mural pictórico de origen francés del siglo XIX.
Se inició por el año de 1891 y se terminó en 1895. El costo de la construcción fue de 60 mil pesos.
La Casa Grande tenía en esos años un mayordomo y cuatro mozos, uno de los cuales se ocupaba de matar un animal para la comida de los habitantes de la casa.
El resto en diversas ocupaciones de la misma; una ama de llaves, costurera, cocinera, una persona encargada del lavado de ropa y otra persona encargada del aseo de la loza.
Entre las estancias pertenecientes a la Hacienda de Tacoaleche estaban la del Plan del Bordo, Chupaderos, Noria de San Juan, por mencionar sólo algunas.
Se contaban norias a cielo abierto entre las que se encontraba Pata Loca, Casa Blanca, Méndez, Sauz de Calera, Zancarrón, entre otras.
El ganado era constituido por mil doscientas cabezas, las cuales eran cuidadas por las siguientes personas; el basiero o jefe de rebaño el pastor o subjefe de rebaño y el colero o última persona encargada de este grupo.
Al iniciarse la Revolución, según cuentan, Don Antonio García y el dueño de la Hacienda de Trancoso, José León García, fueron secuestrados por el General Francisco Villa exigiéndoles dinero “para la causa”.
Una vez que lo recibió por parte de los secuestrados quedaron libres. Don Antonio García se trasladó a la Ciudad de México donde poseía grandes propiedades. El 19 de febrero de 1921 murió.
Tuvieron que repartir la hacienda a todos sus pobladores; naciendo así en 1938 el ejido de Tacoaleche.
La Hacienda de Tacoaleche quedó en manos de los hermanos Salinas, quienes posteriormente al advenimiento de la Reforma Agraria.
El protagonista de esta leyenda es Antonio García García, quien fuera heredero de la hacienda de Tacoaleche, Zacatecas.
Cuentan que en el año 1880, Antonio se enamoró de una joven de la hacienda La Sauceda y el padre de Antonio fue a pedir la mano de ella. El papá de la joven puso como condición que el pretendiente construyera una mansión de 100 puertas para su hija.
Antonio aceptó el trato y de inmediato se puso a construir la mansión, aunque tardó quince años en terminarla a su gusto.
Cuando estuvo lista, Antonio fue a decirle a su novia (ya no tan joven) que la mansión ya estaba concluida y que ya podían casarse. ¿Qué creen que respondió la mujercita? Dijo que ¡ya no!
Ella no quiso cumplir el trato, no hubo boda y el pobre de Antonio se quedo soltero para siempre.
Durante la época de la Revolución, los villistas dejaron a Antonio en la ruina. Él murió en 1927 y dicen que su fantasma todavía abre y cierra las cien puertas de esa vieja casona.
Actualmente se encuentra en proceso de remodelación por parte de la Presidencia Municipal de Guadalupe, que funcionará como un centro cultural.