Los restos de la hacienda se encuentran en la comunidad aún conocida como Trujillo.
Según López Gámez, es la más antigua de las haciendas en fresnillo. Su primer propietario era Don Diego de Ibarra, pariente directo del ilustre Francisco de Ibarra, uno de los célebres fundadores de Fresnillo.
Dicho patrimonio contaba con 55 indios, seis mestizos, 31 mulatos, un negro y ocho esclavos de origen mulato. Todos afanados en servir a una familia compuesta por tan sólo 12 españoles.
Entre la majestuosa infraestructura de esta hacienda destacaban la capilla, una cofradía y la pila bautismal.
Además, los dueños lograron como privilegio, por el cultivo de sus buenas relaciones con la nobleza y los altos jerarcas eclesiásticos, una licencia para dar cristina sepultura a sus difuntos.